jueves, 25 de noviembre de 2010

La polémica debe continuar

Mourinho no puede estarse quieto. Ni él ni la polémica, que lo acompaña allá a donde va. Esta vez al Amsterdam Arena donde por cierto el equipo blanco hizo un muy buen papel con un 0-4 frente al Ajax. Dos goles en cada mitad y un partido que tenía resuelto el Real Madrid a media hora de que terminase. Entonces llegaron las expulsiones de Xavi Alonso y Sergio Ramos. Y ya fue cuando se lió y el encuentro pasó a un segundo plano.

Ayer a la hora del café rondaba la gran pregunta: “¿Viste la Mourinhada?” Ese fue el único tema de conversación de la mañana y a lo mejor, si se prestaba mucha atención se podía oír como un susurro “El Madrid ganó al Ayax con cuatro goles”, “Ronaldo marcó dos”, “Somos primeros de grupo”. Y es que la última de Mourinho ha dado que hablar.

Nadie pone en duda que esas expulsiones fueron forzadas. Máxime cuando se ve claramente en televisión como Mourinho se lo comenta a Chendo, este se lo dijo a Dudek, quien le pasó el mensaje a Casillas, para que llegase a oídos de Xavi Alonso y Ramos. Vamos típica escena de instituto en la que se comenta media clase “ese se ha liado con esa”.

Vale que la forma no fue ni la más adecuada ni la más discreta sabiendo Mou que tiene al menos una cámara exclusivamente para él en cada partido, por lo menos a Ramos podía habérselo dicho en el descanso.

Sin embargo tanto lío por una estrategia lo veo absurdo. Porque sí, solamente ha sido estrategia. Dos jugadores podían llevarse otra tarjeta amarilla en un partido en donde no se juega nada el equipo blanco y correr el riesgo de perderse un partido clave. Mejor que los expulsen, no jueguen el próximo encuentro y vayan a octavos solamente con una tarjeta. ¿Dónde esta el problema? No los han expulsado por romperle la pierna al contrario sino por perder tiempo.

Además hay que tener presente que ese apartado del reglamento de la Champions no es el más acertado. Sería más lógico que las tarjetas tuviesen validez solamente en la fase de grupo en la que amonesten al jugador y que no las tenga que arrastrar a la siguiente.

Frente a todo lo argumentado es el momento de preguntarse: Mourinho, ¿ángel o demonio?

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