domingo, 27 de marzo de 2011

El Cádiz salva un punto en su partido de 45 minutos (1-1)

El conjunto de José González volvió a regalar la primera mitad -  Óscar Ventaja adelantó a los cordobeses y Pachón igualó el marcador - El resultado hace que los amarillos salgan de los puestos de ascenso

Guillermo Paredes/ Cádiz

Los partidos hay que disputarlos desde el pitido inicial y no esperar a la segunda parte. Si no se aprende esta ‘ley’, encuentros que en teoría son cómodos se pueden poner muy cuesta arriba. Equipos que se presentan en tu campo como un mero trámite pueden adquirir más grandeza de la que en realidad disponen. Y aficionados que esperan una victoria de su equipo, necesaria más que nunca, abandonan el estadio con un mal sabor de boca después de obtener un punto y dando las gracias. Esta fue la historia del duelo disputado en Carranza contra el Lucena. La misma de siempre. Y el libro ya empieza a cansar.

Obtener los tres puntos era vital, máxime cuando la victoria del Melilla provocaba que los amarillos saliesen de los puestos de ascenso. Todo el mundo conocía este dato. O casi todos. Porque los de José González saltaron al terreno de juego como siempre, inspeccionando el campo, tocando el balón sí pero sin jugar hacia delante y mucho menos incomodando al rival. Hasta los jugadores de Rafael Carrillo conocían la importancia de que los amarillos ganasen el encuentro de ahí que saliesen encerrándose en su campo pensando que los locales irían a por el partido desde el primer minuto.

Nada más lejos de la realidad. Fue entonces cuando, en vista de la parsimonia del rival, el Lucena se empezó a creer que podía salir de Carranza con una victoria en el bolsillo. Lo intentaba Dani Lanza con un disparo que Álvaro Campos despejaba a córner. Y es que daba la sensación de que el guardameta cadista, al contrario que el sábado pasado, estaba inspirado. Cada ocasión terminaba gracias a la intervención del guardameta local. Pero aún así las jugadas a balón parado siguieron desarrollándose y enervando al escaso público que había en las gradas.

Porque en esto del fútbol hay que tener claras unas cuantas lecciones y es que es muy difícil marcar y ganar un partido si no se tira. Una lección que tenía aprendida de casa Óscar Ventaja, quien sorprendía a la defensa local, convertida en coladero, y a Campos y se sacaba de sus botas un trallazo hacia la escuadra desde fuera del área que terminaba en el fondo de la red.

Marcador inaugurado y la grada aplaudiendo el gol del rival. Y suerte tuvieron los aficionados del Cádiz de no llegar al descanso ‘celebrando’ un segundo tanto de Pineda cuyo disparo fue despejado por Cifuentes. Llegaba el descanso a Carranza y los anfitriones no habían disparado ni una sola vez.

Quince minutos que emplearon las gradas para buscar el motivo de pobre juego. Si la semana pasada era una posible influencia astrológica, para esta la respuesta puede radicar en el cambio de hora. El caso es que los locales empezaron a jugar y crear peligro a partir de la segunda mitad. Fue el comienzo de un nuevo partido que en realidad había comenzado sesenta minutos antes.

Pachón salía en sustitución de Moreno y le cambió la cara al equipo. Tal fue la revolución que aprovechaba un pase enviado al segundo palo y el despiste de la defensa cordobesa para marcar a placer el tanto del empate.

Ese fue el inicio de los mejores minutos de los de José González quienes llegaron a encerrar al rival en su área. El empeño pudo tener sus frutos y materializar la remontada cuando el partido moría gracias de nuevo a Pachón de no ser porque el árbitro parase la jugada para expulsar a Domingo. No hubo tiempo de aprovechar la superioridad numérica y el empate permaneció en el marcador hasta el pitido final.

Reparto de puntos que no le sirve de nada al Cádiz quién dormirá una semana fuera de los puestos de ascenso y que necesita aprender alguna que otra lección si quiere al menos disputar la liguilla de ascenso esta temporada.

FICHA TÉCNICA

CÁDIZ CF
: Álvaro Campos; Cifuentes, Serrano, Rubén Díaz (Álvaro Jurado, 77'), Raúl López; Moke, Carlos Caballero; Juanse, Enrique, López Silva (Velasco, 69') y Moreno (Pachón, 45').

LUCENA CF: Cristian; Domingo, Lolo Yedra (Obregón, 76'), Romerito, Álex Cruz; Fede (José Manuel, 88'), Sarmiento, Jesús Lanza, Dani Lanza; Óscar Ventaja (Toni Seoane, 72') y Pineda.

GOLES: 0-1 (40' - Óscar Ventaja); 1-1 (58' - Pachón).

ÁRBITRO: López López.

sábado, 19 de marzo de 2011

El Cádiz protagoniza una “tragicomedia” en San Pablo (4-3)

El equipo amarillo desperdicia un 0-2 en once minutos tras una vergonzosa actuación defensiva

19 de marzo de 2011. Día de San José. Día del Padre. Día en el que las mareas gaditanas mostrarón su comportamiento más extraño de los últimos veinte años. 199 aniversario de La Pepa y comienzo de la cuenta atrás para el Bicentenario. Pero sobre todo fecha en la que el Cádiz CF protagonizó uno de los partidos más vergonzosos de esta temporada, por no decir de su Historia, frente al Écija.

Planes como ir a la playa para ver el movimiento inusual de las aguas, acercarse al monumento de Las Cortes o simplemente echarse la siesta, hubiesen sido más provechosos que seguir el encuentro disputado en tierras sevillanas. Un encuentro que comenzó como viene siendo habitual con sus veinte minutos de tanteo y el conjunto de José González replegado en vez de ir a por el partido.

No fue hasta que se sobrepasó el ecuador de la primera mitad cuando a los jugadores del Cádiz les sonó un “clic” en la cabeza y se dieron cuenta de que no estaban reposando la comida sino jugándose tres puntos vitales si querían aspirar a jugar la liguilla de ascenso. Y bien podían haber reaccionado antes ya que inmediatamente y gracias a una falta botada por Carlos Caballero llegaba el primer gol de la tarde. El jugador amarillo disparaba directamente a puerta y gracias al error de un defensa local, que prolongó el balón al segundo palo, Josemi Caballero enviaba el balón al fondo de la red sin que Thorices pudiese evitarlo.

La ventaja se vería ampliada apenas cinco más tarde por Carlos Caballero de penalty. Ramírez protagonizaba una entrada sobre Juanse dentro del área y el jugador visitante se encargaba de resolver con acierto la pena máxima.

El Cádiz estaba en su momento algido pero como a toda marea, después de la pleamar viene la bajamar. Y esta fue mucho más exagerada que la vivida en las costas gaditanas. Ventaja de dos goles en el marcador y el partido se le prometía fácil para los visitantes, pero aún cuesta explicar qué fue lo que se vivió en apenas un minuto en San Pablo. Está confirmado que el comportamiento de las aguas este fin de semana en Cádiz es causa del acercamiento de la Luna, por lo que la explicación puede estar en el ángulo de Saturno con Júpiter justamente en esos sesenta segundos. Ya lo explicarán los científicos.

El caso es que un partido que pintaba de Caballeros se transformó en uno de bufones. Solamente hay que ver el papel de Álvaro Campos quien debía pensar que no era conveniente hacer esfuerzos no sea que se corte la digestión. Primera cantada del guardameta: resbalarse en una acción de peligro. Danilson materializaba el primer gol del Écija. Segunda cantada esta vez con la contribución de la defensa quien dejó a Jonán meterse hasta el corazón del área y subir el empate al marcador.

Quien se pensaba que con el empate se llegaría el descanso se equivocó. Aún había tiempo para un último error del guardameta cuando el primer tiempo moría. Ramírez se encargaba de remontar el partido con un disparo de falta directa y un Álvaro Campos que simplemente se dedicó a seguir con la vista la trayectoria del balón.

La reanudación trajo consigo nuevas carencias del Cádiz. La más destacable fue la pasividad de la defensa en el cuarto gol. Seis jugadores obstaculizando a Juan Pablo y este, como si de un capítulo de Oliver y Benji se tratase, conseguía encontrar un hueco y pasarle el balón a Jonán para que este aprovechase que el guardameta seguía a lo suyo y poder cerrar la remontada.

El empate fue posible pero el Cádiz solamente pudo maquillar el resultado gracias a un nuevo tanto de Carlos Caballero quien estaba en fuera de juego. En esta ocasión tuvo más suerte el conjunto de José González ya que minutos antes le fue anulado un gol a Moreno por similares circunstancias.

En definitiva, 4-3 en el marcador, regalo vergonzoso del Cádiz a su entrenador por su día y sobre todo una nueva decepción para la afición. Con ímagenes así, en el caso de que se llegase a participar en la liguilla de ascenso, o los astros están con el equipo andaluz o el bochorno puede ser considerable.

FICHA TÉCNICA

Écija: Thorices, Portela, Ramírez, Óscar, Alejo, Pizarraya (Plata, 80'), Jonán García (Iván Moya, 69'), Bello, Juan Pablo (Víctor, 71'), Nando y Danilson.

Cádiz CF: Campos, Cifuentes, Serrano, Álvaro Silva, Raúl López, Moke (Pachón, 56'), Josemi (Jurado, 46'), Juanse (Velasco, 80'), López Silva, Carlos Caballero y Moreno.

Goles: 0-1, Josemi (24'). 0-2, Carlos Caballero (30'). 1-2, Danilson (35'). 2-2, Jonán (36'). 3-2, Ramírez (45'). 4-2, Jonán (56'). 4-3, Carlos Caballero (68').

Incidencias: Partido de la jornada 30ª en el grupo IV de Segunda División B disputado en el Municipal San Pablo de Écija ante unos 3.500 espectadores. Se guardó un minuto de silencio por las víctimas del terremoto en Japón.

Arbitró Ramos Rodríguez, que expulsó a Alvaro Silva en el 88' con roja directa.

martes, 1 de marzo de 2011

Nadia Comaneci, eternamente perfecta

Nadie podía imaginar aquel 18 de julio de 1976 el espectáculo que una joven desconocida ofrecería hasta que se subió a las barras asimétricas. En ese instante Nadia Comaneci se convirtió en la gimnasta favorita de todos los amantes de dicho deporte, un papel que, al comenzar los Juegos Olímpicos de Montreal, había tenido Lyudmila  Turishcheva, pentacampeona de Europa. El público tuvo que contener sus aplausos debido al asombro y al miedo de romper la concentración de aquella joven gimnasta que efectuaba maniobras hasta la fecha inimaginables sin esfuerzo.

La prueba concluyó con un salto en el que voló por los aires para acabar clavada en el suelo sin moverse ni un milímetro. Los marcadores electrónicos, debido a las limitaciones en los dígitos, fueron incapaces de hacerle justicia al mostrar la puntuación perfecta separada por una coma y marcando un 1,00. Aún así la joven rumana, de metro y medio de altura vistiendo leotardo blanco con bandas rojas, el número 73 a la espalda y un flequillo casualmente separado por la mitad alcanzaba la inmortalidad en medio de un multitudinario aplauso. Nadia Comaneci había conseguido el primer “diez” en la historia de la gimnasia.

Nadia obtendría en dichas Olimpiadas seis dieces más (tres por equipos, dos en el absoluto individual y otros dos en las finales de paralelas y barras). Un sueño para el común de los mortales pero normal para ella gracias al entrenamiento recibido.

Nacida el 12 de noviembre de 1961 en Onesti, despertó el interés de Bela Karolyi, entrenador del equipo de gimnasia nacional de Rumania, cuando la vio en el patio de la escuela haciendo piruetas con seis años. Era un diamante en bruto que no dudaron en pulir. Rápidamente pasó a formar parte del equipo juvenil rumano con entrenamientos de tres horas diarias. A pesar de la severidad, la joven gimnasta sabía que para triunfar había que trabajar duro. Una lección que aprendió de su padre cuando cada día llegaba, sin muestra de cansancio en su rostro, del taller en donde trabajaba como mecánico, después de haber andado una hora y media.

Pronto demostró que sus entrenadores no se habían equivocado. En 1970 ganó el campeonato nacional juvenil. A este triunfo le seguirían otros hasta 1975 cuando obtuvo sus primeros logros a nivel internacional como fueron las tres medallas de oro y una de plata en el Campeonato Europeo de Gimnasia de Skien.

Pero el año de Nadia fue 1976 durante las Olimpiadas de Montreal donde logró el primer “diez” de la gimnasia gracias a ejercicios prácticamente imposibles que ella realizaba, haciendo honor a su padre, sin mostrar esfuerzo en su rostro. Sus actuaciones le permitieron lograr hasta tres medallas de oro -Concurso general, Barra de equilibrio y Barras asimétricas-, una de plata en Competencia por equipos y otra de bronce en Suelo.

Además en su regreso a Rumania, por ser la primera rumana en lograr una medalla olímpica, fue la persona más joven en ser nombrada  “Heroína socialista del trabajo”.

Su palmarés sería ampliado durante los Juegos Olímpicos de Moscú con dos medallas de oro -Barra de equilibrio y Suelo- y dos de plata en Competencia por equipos y en Concurso general, y en los Juegos Olímpicos Universitarios en Rumania al ganar cinco oros. Esta sería la última competición en la que participase ya que, como toda estrella, Nadia Comaneci también tuvo su ocaso.

En 1981, Bela y Marta Karolyi, a quienes Nadia consideraba como sus segundos padres, huyeron del Telón de Acero aprovechando una gira por el extranjero y tuvo graves secuelas para la gimnasta. La peor fue la férrea vigilancia a la que fue sometida por el dictador, Nicolae Ceaucesco, ante el temor de que también desertara lo mejor que tenía Rumania. El control al que fue sometida incluía la revisión de su correspondencia, teléfonos pinchados y la prohibición de salir del país para competir. Esta situación, sumada a años irregulares de competición y la infección en una de sus manos, la obligaron a retirarse de las competiciones con 22 años y trabajar como profesora de educación física y entrenadora de un equipo juvenil de gimnasia. Pero siempre tenía una sonrisa en la cara que nada tenía que ver con el tormento que vivía y al que le pondría fin en 1989 cuando conoció a Constantin Panait, político rumano y su billete hacia la libertad.

La fuga del Telón de Acero fue el 27 de noviembre. Esa noche a pocos kilómetros de la frontera con Hungría se bajaron de un Audi Nadia y otras cinco personas. Al volante iba Constantin, el único con pasaporte extranjero y quien esperaría a Nadia al otro lado de la frontera. Durante seis horas la gimnasta corrió por el campo, esquivando charcos y saltando obstáculos con el miedo como compañía y el ladrido de los perros de fondo. Finalmente llegó a Hungría pero le aguardó una desagradable sorpresa.

Nadia se había equivocado de camino y estaba sola y con la policía haciéndole preguntas. Pero el destino le permitió concluir bien esta aventura. Los documentos que llevaba la identificaban como Nadia Kemenes, apellido materno y de origen húngaro. Esto hizo que los guardias creyesen la historia de que estaba paseando con sus amigos y se había perdido. Durante unas horas Nadia Comaneci, la gimnasta que lo había tenido todo, dejó de existir, y sin embargo fueron sus momentos más felices ya que alcanzó la ansiada libertad.

Mucho tiempo ha pasado desde esa época oscura, recogida en su autobiografía (Cartas a una gimnasta joven). Con 49 años Nadia ha encontrado la felicidad en Norman, Estados Unidos, junto al gimnasta norteamericano Bart Conner con quien está casada desde 1996 y embarcada en un nuevo reto: cuidar de su hijo. Además ha sido galardonada como una de las atletas de mayor influencia en el siglo XX, dejó sus huellas en el “Gymnastics Hall of Fame” y fue nombrada la mejor atleta femenina de todos los tiempos.
Títulos innecesarios para recordar a esta gimnasta que permanecerá eternamente ligada a la Historia como esa niña de 14 años demostrando en Montreal que la perfección solamente se alcanza con esfuerzo y sacrificio.